Estoy en esa semana de introducción, donde lo único que
hacemos es presentarnos, y en todas las clases en boca de compañeros y
profesores escucho la misma pregunta: ¿por qué te cambiaste de escuela? Y
siempre respondo que por los horarios, lejanía del hogar, colegiatura, los
compañeros, el ambiente, pero creo que nunca he respondido con la verdad. Y
quiero hacerlo porque soy creyente de que todas las historias le sirven a
alguien. (A parte presumiré algunas de mis fotografías)
No sé cómo empezar, pero creo que lo haré diciendo que en
octubre tuve un accidente involucrando un cúter y mi mano, y todo porque unas
horas antes había tenido una pelea muy fuerte con mi mamá porque quería
quedarme más tiempo en la escuela para cubrir los créditos que me pedían y ella
quería que asistiera a clases de ballet con mi hermana.
Unos días después me enteré que teníamos que hacer una
práctica fotográfica en Veracruz, y me emocionaba porque sería el primer viaje
que haría sin mi familia y con mis amigas. Pero antes de hablar de ellas quiero
platicar de la chica que amablemente me acompañó por una computadora cuando el
profesor me pidió que fuera por una, y aunque sabía dónde estaban dejé que me
acompañara porque quería tener una amiga, y convivimos, mucho, de hecho ella
cubría créditos conmigo, y quiero describirla un poco como aquella típica
muchacha que le agrada a todos, no porque sea agradable o amable, más bien
porque con cada persona daba una cara diferente, a ella le llamaremos J, y
resultó que J tenía una amiga (D) que se hizo amiga de una de mis amigas de
preparatoria (A) que iba en el otro grupo de la carrera, por lo que después de
unas semanas acordamos que nos quedaríamos todas en la misma habitación en la
práctica fotográfica.
Y sí, lo acordamos, porque muchas veces hablamos sobre eso en
los recreos, que era cuando podíamos hablar las cuatro juntas, y, yo seguía muy
emocionada porque no sólo era ir al estado dónde nació mi abuelo, visitar
pueblos y ruinas arqueológicas que a él le hubiera encantado conocer, también
era tomar fotografías, y eso me emocionaba, y mucho.
Pero bueno, el viaje era de tres días, salíamos el viernes
llegábamos a nuestro primer pueblo tomábamos fotografías, llegábamos al hotel,
y salíamos a hacer una práctica fotográfica, y regresábamos a descansar, y se
repetía hasta el domingo en la tarde para regresar a la ciudad. Pues resulta que
el jueves en la última clase J me preguntó que en cuál cuarto me iba a quedar,
porque el de J, D, y A ya estaba lleno, porque decidieron meter a una de las
amigas (k) que al parecer era uña y mugre de D y A, pero la verdad es que en mi
vida las había visto hablar con ella.
Si alguna vez han tenido un ataque de pánico no es necesario
que les diga cómo el aire dejó de entrar por mis pulmones, cómo mi visión se
cerró por completo, la sensación de que mi corazón comenzaba a latir como si no
hubiera un mañana. Y no sé de dónde agarré la fuerza para ir a hablar con el
coordinador del viaje y preguntarle qué es lo que había pasado. Su respuesta
fue: “Ah, tú eres la que no tiene amigas.”
Y sí, lo era, pero en ese momento yo no lo sabía, yo creía que
sí las tenías. Y es chistoso cómo no recuerdo detalles importantes cómo lo que
hice a continuación, pero sí las palabras del coordinador del viaje, y es
chistoso que lo siguiente que recuerdo es pedirle permiso a una de mis amigas
para ir al baño, llorar, haberme arreglado y regresar como si nada hubiera
pasado a terminar mi clase.
Entonces le mandé un mensaje a A, y supongo que le dije algo
como que mala onda que me sacaran de nuestro cuarto, y ella respondió que no
sabía nada acerca de eso, que en verdad lo lamentaba. Y supongo que eso debería
de darme un poco de consuelo, ¿no? Que se sintieran terrible porque me
traicionaron de esa manera debería de hacerme sentir mejor, esas palabras
debieron de hacer que volviera a sentirme real ¿verdad?
Pues no lo hicieron, y me la pasé toda la tarde llorando,
temblando y deseando morir, y eso fue lo peor, porque cuando has estado mal por
mucho tiempo y las cosas empiezan a mejorar comienzas a preguntarte cosas como
¿por cuánto tiempo estaré bien? ¿cuándo las cosas comenzarán a salir mal? ¿es
posible que por fin las cosas hayan mejorado? Y comienzas a temerle a regresar
a estar tan mal como antes de sentirte bien. Y esa tarde fue cuando recaí, y al
día siguiente tenía que estar como si nada hubiera pasado lista para una
aventura a las 3 de la mañana después de una noche terrible de no dormir y
preparada para convivir por tres días con mis compañeras de cuarto a las que no
había conocido hasta ese día.
¿Saben lo que es sentirse tan incómodo en tu propio cuarto
que prefieres lavarte los dientes en el baño del lobby? ¿Saben lo que es que te
despierte la mano de una de tus compañeras y tu querer llorar porque te está
tocando alguien con quién en verdad no querías estar?
Lo triste es que J, le tenía miedo a mis compañeros del
salón, porque todos fuimos a cenar juntos como compañeros y ella prefirió irse
con sus mejores amigas de siempre (D, A, K) que convivir con el grupo del cuál
ella era jefa.
Y el domingo en el desayuno yo apartaba lugar a mis otras
compañeras, con las que me tuve que encariñar en el viaje porque ya no tenía a
nadie más, pero ellas resultaron ser lo que necesitaba en ese momento, y
siempre les estaré agradecida por eso, pero también fueron uno de los motivos
por los que abandoné la escuela. Pero continúo, y J y A me acorralaron y me
dijeron lo mismo, que se sentían muy mal por mí y que no querían hacerlo, y yo
les dije que no quería estar con ellas, que me habían lastimado aunque su
intención no hubiera sido esa. Lo dejaron por el viaje.
El lunes siguiente en la clase que tenía con ellas trataron
de hacer el intento de disculparse, pero fue más por el estilo, entiendo que
quieras espacio, y te lo daré cuando estés lista para hablar aquí estaremos.
Nunca lo estuve.
Y después pasaron cosas un poco más insignificantes, pero
desde ahí, yo me sentía completamente sola en el mundo, creí que nadie me
quería, que aunque fuera la mención honorífica de la preparatoria yo no valía
nada. Y fueron meses con esa sensación, de que era lo suficientemente frágil
como para romperme si salía de mi cama, pero tenía que hacerlo, porque era la
mención honorífica de mi prepa.
Y así sobreviví, hasta el día en que pasó la otra situación
que me quebró totalmente. Uno de mis amigos trató de besarme. Ahora no fue nada
estilo Hollywood, solo platicábamos y se me acercó para besarme, yo me hice
para atrás y salí corriendo, él no trato de detenerme cosa que le agradezco
infinitamente. ¿por qué me afectó tanto eso? Porque resulta que yo ya ni
siquiera valía como amiga, si no era novia, o una chica a la cual besar yo ya
no era nada. Y ese día salí llorando de la escuela porque acababa de perder una
de las pocas personas que me hacían sentir que todavía era una persona que
valía la pena.
Al día siguiente le mandé un mensaje que decía que me salía
de la escuela, jamás volvió a responderme.
En alguna ocasión escuché a alguien decir que le temía a sí
misma, porque podía cambiar en cualquier momento pero no lo hacía. Y lo
entendí, decidí que haría algo por mí y para mí.
Al día siguiente falté a la escuela y no regrese a mi
prestigiosa universidad con la cual ya tendría la vida arreglada.
Y ahora me levantó todos los días y canto a todo pulmón,
interrogo a mis maestros, hablo con mis compañeros, (sin conectarme
emocionalmente), me visto con ropa decente de verano, me tomo selfies, cuido a
mis 9 encantadores perros, leo demasiado, me enamoro de canciones, películas y
series, soy una fotógrafa apasionada y escribo
como si no hubiera un mañana, ¿qué mas puedo pedir? Pero veamos esto hasta
cuándo se mantiene, porque la sombra de mi pasado siempre estará al acecho,
pero sé que ahora soy los suficientemente fuerte para vencerla.
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