Nota: era y sigo siendo malísima con los títulos.
El Café Solitario
Al despertar, Andrea ya tenía
demasiadas ideas en su mente, ideas que llevaban en su mente algún tiempo y
otras creadas en el momento. Escogió una para llevar a cabo.
Las vacaciones de invierno
estaban por concluir, en el ambiente se sentía la esperanza por tener un mejor
año y la nostalgia por el que terminaba. Mientras Andrea caminaba hacia el
“Café Solitario” seguía imaginando las mil maneras con las que podía mejorar
paredes con decorados en forma de grecas y llenar los espacios sobrantes con
poemas y canciones.
El “Café Solitario” era el
único lugar dónde los jóvenes podían estar toda la tarde escuchando música
conviviendo con otros jóvenes, terminando sus tares y gastando energía en
actividades artísticas con la única condición de que compraran un café o un
panqué cada dos horas. Antes del incendio ya se
tenía planeada una remodelación exhaustiva; el incendio solamente había
adelantado los planes unos meses.
Todos los jóvenes que
visitaban el local regularmente concursaron con diferentes propuestas para la
decoración. Andrea ganó por decisión de un jurado local, conformado por el
dueño, el Sr. Vicente, y el consejo, quiénes dieron el dinero para la
remodelación. La desventaja del ganador era que tendría que sacrificar algunos
días de libertad por otros de trabajo, pero sin duda lo merecía.
Andrea era una chica pequeña
de estatura, con cabello largo y castaño, y unos ojos oscuros cubiertos por
unos anteojos tan grandes que casi cubrían por completo su cara. Era muy inteligente
según sus maestros y su mayor anhelo era convertirse en una gran diseñadora de
interiores. Con la decoración del Café ella esperaba comenzar su camino para
lograrlo.
Al llegar al Café, Andrea se
dio cuenta de que todo su trabajo estaba casi por concluir, casi como por obra
de magia, pero no le importó porque solamente faltaban algunos días para la
inauguración.
Entonces, Andrea comenzó a
pintar.
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